Las abejas trabajan incansables desde que extraen el néctar de la flor hasta que, en un largo proceso, lo convierten en miel.
Se calcula que para producir aproximadamente 100 gramos de miel, las abejas deben libar al menos un millón de flores.
Este nutritivo alimento está compuesto por:
- Glucosa en un 75 %.
- Agua en un 20 %.
- Vitaminas ( todas excepto la A).
- Minerales y oligoelementos como el magnesio, calcio, hierro, fósforo, sodio, potasio, etc.
- Sustancias antibióticas.
- Enzimas digestivas.
- Ácidos orgánicos como el fosfórico, láctico, oxálico, málico, etc.
- Ácidos grasos no saturados como el linoleico.
- Proteínas contiene muy pocas; sin embargo, en su composición hay aminoácidos esenciales que se asimilan muy rápido. Útiles para formar las proteínas que necesitamos.
No obstante, es evidente que estos elementos se encontrarán en mayor medida y de mejor calidad en aquellas mieles obtenidas de tierras que no estén agotadas por los cultivos intensivos y los abonos químicos.
Existe una gran variedad de mieles que pueden provenir de una sola flor en más del 50 por ciento de su contenido o de varias flores.
Aquella miel que proviene de varias flores es la denominada "milflores".
Respecto a la "monofloral", hay infinidad de variedades entre las que econtramos: azahar, romero, acacia, eucalipto, espliego, tomillo, aguacate, castaño, calabaza, borraja, brezo, lavanda, etc, por citar sólo algunas.
Cada una de ellas con sus propias características y beneficios.