Teniendo en cuenta que la vida latente en las semillas desaparece con la cocción, podemos decir que la mejor manera de consumirlas es germinadas, ya que así conservan todas sus sales minerales, vitaminas y fermentos, que actúan como biocatalizadores que regulan las reacciones metabólicas del cuerpo. Son, además, una excelente fuente de energía.
Se pueden comer de múltiples maneras: en ensaladas, bocadillos, sopas, etc.
Son numerosas las semillas que pueden ser germinadas:
Soja verde
Alfalfa
Trigo
Lentejas
Apio
Hinojo
Linaza
Sésamo
Berro
Y también otras como las semillas de avena, guisantes, maíz, centeno, cebada, mijo, girasol, cebolla, zanahoria o trébol.
Cómo se germinan las semillas:
Para germinar una semilla necesitaremos : agua y aire.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que no deben de estar expuestas a la luz y que, mientras más calor haga, con mayor rapidez brotarán.
Las precauciones que se deben de tomar son: que no tengan una excesiva humedad y que no les falte el aire, por ejemplo, en caso de que el bote se cerrara, porque esto las podría pudrir.
La manera más sencilla de hacerlas germinar es utilizando un bote o bandejita.
El proceso es el siguiente:
1. Se lavan las semillas.
2. Se cubre con ellas el fondo del bote (no se ponen demasiadas).
3. Se cubren con agua ( 3 veces el volumen de las semillas).
4. Se dejan un tiempo en agua, normalmente unas 24 horas.
5. Tras esto, se escurren y enjuagan 2 ó 3 veces al día. La idea es que los granos nunca estén secos.
Finalmente, y dependiendo del tipo de semilla, tras unos días conseguiremos que germinen.
Un truco:
Si se quiere que las semillas tengan clorofila, se colocan durante el proceso en un sitio iluminado por la luz del sol, pero siempre teniendo especial cuidado de que la luz no les dé directamente.